lunes, 25 de octubre de 2010

Patria y Tradición Oral Patria y Tradición Oral

Patria

Patria y Tradición Oral

Patriotismo y nacionalismo

El patriotismo difiere del nacionalismo en cuanto a que no necesita de una forma de gobierno para manifestarse, razón por la que el sentimiento patriota se hace presente antes de la existencia de ordenamientos o regímenes jurídicos, políticos, económicos y administrativos de un territorio y perdura si éstos llegasen a desaparecer. Esta permanencia en el tiempo e independencia de cualquier forma de poder, hacen del patriotismo un valor superior para los habitantes de un territorio, al cual apelan cuando existen crisis internas de ingobernabilidad o de ocupación territorial por parte de otra nación.
Ejercer y preservar la soberanía y unidad territorial, honrar a los héroes y próceres, cuidar y seguir las normas valóricas que aseguran el bienestar común a los individuos del territorio, son vistos universalmente como valores patrios

Comentario personal

Si en un principio, se cree que México no tiene identidad nacional, por diversos factores de desunión, es la el amor a la madre patria, la que borra esas fronteras que tenemos de ideología, es la matria la que nos une, con un inevitable respeto y orgullo por los símbolos patrios de esta nación, esa sensación en el estomago cuando escuchamos el himno nacional en las olimpiadas, esa irrevocable idea que tenemos que nuestra bandera es la más hermosa e imponente del mundo, es este amor indiscutible el que nos vuelve a unir y en el que fusiona el sentimiento de identidad a nosotros.

Algunas frases de patriotismo.
  • "En las horas de peligro es cuando la patria conoce el quilate de sus hijos."
  • "Es honroso morir por la patria." (Dulce et decorum est pro patria mori
  • "La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie."
  • "La patria es espíritu. Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan."
  • "Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie."
  • "Para mí el patriotismo es más que fidelidad a un lugar en el mapa. Es el respeto a unos valores, a una forma de pensar."
  • "Recordemos a nuestro pueblo que la patria no es el suelo. Tenemos suelo hace tres siglos, y sólo tenemos patria desde 1810. La patria es la libertad, es el orden, la riqueza, la civilización organizados en el suelo nativo, bajo su enseña y en su nombre."
Poema de patria... =)

Qué es la patria?… preguntaste
Chester Swann

¿Qué es la patria? preguntaste
con candorosa inocencia
-Hijo mío, no es la patria
himno, escudo ni bandera
Tampoco patria es un mapa
O un pedazo del planeta
La patria es algo sin nombre
que se lleva dondequiera.
Patria no son uniformes
de una horda de soldados.
Tampoco son las fronteras
con que nos tienen rodeados.
No es la patria, hijo mío
ésa gigantesca hacienda
de adiposos estancieros
engordados con prebendas.
Tampoco es patria, esa historia
que nos mienten en la escuela.
Ni esos decretos firmados
por brutos analfabestias

¿Y qué es la patria entonces?
has insistido, hijo amado.
Espera que te lo aclare
en un romance cuadrado.
Patria no es esa estancia
gerenciada por tiranos.
Tampoco es un pasaporte
que se vende por centavos.
Tampoco es esa bandera
que nos guía a la batalla
para matar a tu hermano
por orden de los canallas.
La patria es justicia, es paz.
Es el lugar donde habito
es una tierra sin mal
aunque gobierne un maldito
Es el límite impreciso
entre tú y los demás.
Y sobre todas las cosas,
conciencia de libertad.
La patria no tiene dueño
Ni es propiedad privada
Es de todos y es de nadie
Como el aire y como el agua.
No es carroña de gerentes
ni cuartel de pistoleros
donde cobardes con armas
someten a los más buenos.
No es la presa de rapiña
de políticos protervos
Ni es el cofre sin fondo
de los bancos extranjeros.
La patria es algo inherente
que llevamos allí dentro
y respira con nosotros
aquí o en el mundo entero.
Patria es rosa sin espinas
y jardín frágil y bello
Es cristal del agua clara
Y tierna como hembra en celo
Es suspiro de azahares
por las estrellas del cielo
Es órbita interminable
que viaja en el firmamento.
La patria, hijo mío es todo
el mundo que nos alberga
Compatriotas nuestros son
Los hermanos de la Tierra.
La patria es el ancho orbe
La redondez del planeta
Con todos los animales
Y plantas que nos alientan.
La patria es madre amorosa
Es carne, piel y madera
Es rescoldo sempiterno
de pretéritas hogueras.
Es verde de los paisajes
Es azul claro del cielo
Es agua clara del río
Y poncho de los arrieros.
Tal vez por ahora estemos
tan cortos de entendimiento
y busquemos separarnos
cercando nuestros linderos.
Pero vendrán otros tiempos
De honda solidaridad
En que nuestra patria sea
La Tierra… y la humanidad
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Identidad Nacional...

Identidad Nacional Mexicana como Problema Político y Cultural.
¿Pero qué es, la identidad nacional?

Es lo que individualiza a las naciones en el contexto del mundo y que les da un modo de ser, particular, a sus hombres y mujeres. Vista así la identidad nacional viene a ser, una proyección cualificada de las identidades individuales, lo mismo que la de todo un continente es el efecto de la expresión armónica de sus respectivas naciones culturales. Si habláramos a nivel cósmico, lo cual sin duda alguna será posible más temprano que tarde, diríamos que la identidad del planeta Tierra es la proyección unificada del espíritu que reflejan sus continentes. Por supuesto, el trasfondo de esa escala de identidades es la cultura o sea lo que los hombres hacen a través del tiempo y con base en sus respectivos espacios.








LAS IDENTIDADES NACIONALES HOY. DESAFÍOS TEÓRICOS Y POLÍTICOS
Raúl Béjar y Héctor Rosales1
* Sociólogos, de Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarías de la UNAM.
LAS CIRCUNSTANCIAS Y EL CONTEXTO
La pertinencia de volver a discurrir académicamente sobre la identidad nacional mexicana nos parece evidente si consi­deramos la situación de los estados nacionales en el contexto mundial. Compartimos, con algunos autores, la observación de que para comprender la época histórica contemporánea resulta indispensable tomar en cuenta el juego dialéctico que se estable­ce entre la globalización y los procesos identitarios.
Estos dos grandes temas son objeto hoy de intensos debates y posicionamientos teóricos e ideológicos. A manera de ilustración nos interesa sintetizar algunas ideas clave que pueden servir para orientar nuestra discusión.
Coincidimos con la idea de que la globalización es un con­cepto que abarca todos los aspectos de la condición humana (Robertson, 1998). La globalización es un fenómeno multidimensional. Podemos interesarnos por sus dimensiones económi­cas, políticas, geográficas, sociales o culturales. La globalización es al mismo tiempo un proceso histórico, narrativo e imaginado (García Canclini, 2000). De los diferentes enfoques sobre la globalización resulta relevante, para nuestros propósitos, la obra de Manuel Castells. En sus tres volúmenes de La era de la infor­mación, este autor ofrece un panorama general de la economía global y del papel que tienen la información y el conocimiento para la integración de las nuevas formas de producción e inter­cambio, así como de las modificaciones en la configuración del espacio-tiempo, o espacio de flujos. Además de la capacidad de Manuel Castells para integrar gran cantidad de información y del acierto de concebir al mundo como el escenario pertinente para cualquier científico social, queremos ponderar la imagen sintética que nos ofrece del momento histórico contemporáneo. De acuerdo con Manuel Castells:
Estamos viviendo, desde hace más de una década, una transfor­mación histórica multidimensional definida por la transformación del sistema productivo, del sistema organizativo, del sistema cul­tural y del sistema institucional, sobre la base de una revolución tecnológica que no es la causa pero sí el soporte indispensable (Castells, 2003: 5).
Consideramos que esta caracterización de nuestra época his­tórica puede complementarse con algunas ideas generadas en la vertiente del pensamiento crítico. Por ejemplo, el señalamiento de que resulta muy importante distinguir varios aspectos de la globalización: la percepción cotidiana o de sentido común que se tiene, sobre todo en las ciudades, las cuales ofrecen entornos homogéneos, especialmente en los centros comerciales trasnacio­nales, mediadores de una relación aparente con muchos países del mundo a través de sus mercancías distintivas; por otra parte se tiene el uso ideológico de la globalización, que a través de diversos aparatos y agentes, la presentan y conciben como un proceso natural y “benéfico” para el conjunto de la humanidad; finalmente es importante destacar el uso potencial de la globali­zación como categoría teórica. En esta dirección han avanzado muchos autores, entre los que destaca, en nuestro medio, John Saxe-Fernández. Para este autor:
Como categoría histórica, la globalización es un equivalente a la “internacionalización económica”, y por lo tanto es un fenómeno íntimamente vinculado con el desarrollo capitalista, intrínseca­mente expansivo y que tiene en la experiencia colonial e imperial una de sus más claras expresiones históricas contemporáneas. En este sentido la globalización ocurre en los contextos de poder y contradicciones del capital. Si por globalización entendemos la internacionalización económica, es decir, la existencia de una economía internacional relativamente abierta y con grandes y crecientes flujos comerciales y de inversión de capital entre las na­ciones, entonces no es un fenómeno nuevo, inédito ni irreversible (Saxe-Fernández, 2003: 9-10).
El debate sobre la globalización resulta estratégico porque nos puede conducir a caracterizar nuestro momento histórico. De esta manera, la globalización puede pensarse como la era en la cual el capitalismo mantiene una serie de monopolios en las sociedades centrales, a saber: el monopolio financiero, el monopolio científico y tecnológico, el monopolio militar, un monopolio sobre los recursos naturales, junto con un mercado mundial diseñado para posibilitar el intercambio de mercancías y capitales pero no de la fuerza de trabajo (Amin, 1997 y 1999). El fenómeno a explicar es el hecho de que un mismo régimen de acumulación extendido a escala global sea compatible con varios regímenes de significación tanto en el centro como en la periferia.
En lo que se refiere a los procesos identitarios, es primordial recordar la formación de una conciencia política internacional sobre la importancia de la diversidad cultural en el mundo, a través de las acciones de la UNESCO, entre las que destacan las obras: Nuestra Diversidad Creativa, el Primer y Segundo Infor­mes Mundiales sobre la Cultura y, en particular, el Informe sobre el Desarrollo Humano 2004. La libertad cultural en el mundo diverso de hoy.
Cada vez es mayor la sensibilidad ante los efectos que está teniendo la globalización neoliberal sobre las culturas del mundo porque, al estar subordinada al proceso sistémico de acumulación de capital, conlleva un proceso polarizante entre países o regio­nes y acentúa las diferencias de clase, interétnicas y de género.
En el marco de las relaciones conflictivas que se establecen entre globalización e identidades culturales destaca, como un nudo problemático, lo que se ha llamado ocaso, declinación, desgaste, obsolescencia, fin, extinción o muerte de los estados nacionales, contrapuesta a otros autores que subrayan la fun­cionalidad de esta forma de organización sociopolítica para el sistema de acumulación a escala mundial.
Nuevamente resulta ilustrativa la síntesis que ofrece Manuel Castells de esta situación y que coincide con las imágenes que ofrecen día a día los medios de difusión. Los estados nacionales parecen incapaces de controlar la globalización de la economía, de los flujos de información, de los medios de comunicación y de las redes criminales. Hay una creciente pérdida de soberanía económica, lo cual reduce el margen para la formulación de po­líticas económicas “nacionales”.
El Estado nación basado en la soberanía de sus instituciones políticas sobre un territorio y en la ciudadanía definida por esas instituciones es cada vez más una construcción obsoleta que, sin desaparecer, deberá coexistir con un conjunto más amplio de ins­tituciones, culturas y fuerzas sociales (Castells, 2003: 8).
Esta situación repercute sobre los procesos identitarios por­que, según Castells, la identidad de la gente se expresa cada vez más en un ámbito territorial distinto del Estado nación moder­no. Hay un mayor apego a las identidades locales o regionales que a las identidades históricas constituidas. Desde luego, este es un tema de investigación específico que requiere de considerar múltiples situaciones y determinaciones concretas.
Por su parte, quienes señalan la vigencia de los estados-nación argumentan que esta forma de organización social ha estado vinculada con las necesidades históricas del capitalismo en diversos momentos. Si bien el capitalismo no inventa a los estados nacionales, sí se sirve de éstos porque resultan funcio­nalmente útiles para delimitar fronteras y circunscribir territo­rios, además de ser aparatos burocráticos y administrativos que someten políticamente, dividen y diversifican u homogeneizan culturalmente, disciplinan laboralmente, liberan imaginaria y nacionalistamente, además de ofrecer condiciones adecuadas para la explotación económica y el mantenimiento de un orden jurídico que mercantiliza y ciudadaniza a los pobladores.
En síntesis, los estados nacionales han cumplido funciones de control y disciplinamiento social, además de contar con aparatos ideológicos que se articulan para presentar la realidad capitalista como la única forma de sociedad legítima o posible. En las condiciones del capitalismo globalizado el capital no depende menos de los estados territoriales de lo que lo hizo siempre. El capital necesita estados que organicen el mundo para mantener su lógica de acumulación. Si bien es cierto que el estado-nación debe responder a las demandas del capital global y que ciertos principios administrativos se han internacionalizado para facilitar los movimientos del capital a través de las fronteras nacionales, los principales instrumentos de gobierno global si­guen siendo, sobre todo, estados-nación. Hacia el futuro, según Tirado Almendra: los Estados nacionales, lejos de desaparecer, continuarán multi­plicándose al menos en el transcurso de los próximos 100 años, como resultado de una tercera tendencia secular peculiar del ca­pitalismo histórico, encaminada a descentralizar sus unidades de organización política (los Estados nacionales) conforme progresan otras dos tendencias seculares peculiares y centrales del sistema: el aumento de la riqueza y mayor centralización por un lado, y la mercantilización/precarización de las masas trabajadoras del otro (Tirado, Almendra, 2004: 6).
Si pensamos en las circunstancias específicamente mexica­nas, resulta urgente colocar en la esfera pública la importancia que tiene la cultura como un elemento clave para discernir las opciones que tenemos como sociedad (Arizpe, 2004; Giménez, 1999). Entendemos, con Gilberto Giménez, que los procesos identitarios forman parte de la problemática cultural y que es necesario avanzar en la comprensión colectiva de la importancia que tienen los procesos simbólicos y los entramados de significa­ción, tanto para los proyectos de vida individuales como para los proyectos colectivos (Giménez, 2000). En el caso específico del Estado nacional mexicano nos resulta indispensable observar de qué manera se presentan fenómenos contradictorios en el marco del capitalismo global y de sus tendencias predominantes porque si bien es cierto que podemos constatar la “venta de México”, como la ha llamado Miguel León Portilla, (León Portilla, 2004) esto es, la desnacionalización económica, la complejidad de nuestra sociedad nos invita a advertir que se mantienen actuan­do gran parte de los aparatos ideológicos del estado-nación y que cada esfera de lo social constituye un frente de lucha que es al mismo tiempo institucional, económico y simbólico.
De esta manera, podemos abrir múltiples interrogantes sobre lo que pasa con la educación, la salud, la alimentación, la religión, las opciones productivas, la diversidad étnica, los equipamientos urbanos, las innovaciones tecnológicas y el uso de los medios de difusión, además de las temáticas del campo artístico y cultural; así como la definición y uso del patrimonio cultural, de las ciudades históricas, los paisajes y lugares turísti­cos. En cada situación concreta se juega el sentido de lo nacional, aunque ahora de una manera mucho más matizada y sutil. No se trata del juego dicotómico entre lo propio o lo ajeno, sino de la activación de una conciencia histórica de pertenencia que poten­cialmente enriquece de sentido las vidas individuales, más allá de las instrumentaciones políticas y más acá de la lógica económica dominante.



Comentario personal


Es muy cierto que nuestra identidad esta fracturada, actualmente los mexicanos no se sienten identificados con esta nación, no lo hacen totalmente, es tanta la información que recibimos de otras naciones, que constantemente nos sentimos parte de otras naciones que de la nuestra, tal vez esto sea porque de alguna manera compartimos ideales que se llevan a cabo en otros países y en el nuestro de alguna manera no lo vemos. Entonces acabamos sin ser parte de algo y terminamos sin identidad.
La mala gobernación que ha tenido nuestro país, ha provocado que reneguemos de nuestra identidad nacional, pero en cuestión cultural, me atrevo a decir que muchos compartimos aun parte de ese orgullo de llamarnos mexicanos.


Sandra Muñoz Islas.